Un tema muy común en los papás es la preocupación por que sus hijos aprendan a compartir. Es importante conocer un poco sobre el desarrollo de los niños, para acompañarlos en este aprendizaje. Recién a partir de los 3 años podrá comenzar a desarrollar habilidades sociales que faciliten este proceso.

 

 

A la hora de enseñarles a compartir a los niños es indispensable considerar su edad, ya que un niño menor de 3 años todavía no tiene suficientemente desarrollada la corteza prefrontal de su cerebro por lo que no tiene autocontrol, habilidades sociales y ni capacidad para comprender dónde están los límites entre lo que es suyo y lo que es del otro. Su asombro y curiosidad son tan grandes, que no repara en quien es el dueño de dicho objeto.

A esta edad, los niños pueden estar jugando próximos o interactuando, pero no jugando juntos, con normas pautadas en el juego. Es lo que se llama el “juego paralelo”. Recién a partir de los 3 años comenzará sus primeras relaciones sociales, iniciando de a poco el juego con otros, interesándose e teniéndose en cuenta.

Es muy importante entender esto para comprender que un niño menor de 3 años no tiene ninguna necesidad de compartir, porque no tiene desarrolladas las habilidades necesarias para ello.

A veces como papás, cuando nuestro hijo le quita un objeto a alguien, o se lo sacan a él, nos incomodamos, especialmente si estamos en público, porque quisiéramos que sean generosos y solidarios. Pero debemos empezar a mirar desde la perspectiva de los niños, teniendo en cuenta su desarrollo y habilidades.

Los niños aprenden observando y los adultos somos su mayor modelo. Cuando nosotros compartimos cosas con otros, estamos influyendo para que ellos imiten esas conductas en el futuro.

Muchas veces como papás o docentes nos encontramos como mediadores en un conflicto de posesión de un objeto entre dos niños. Con frecuencia la solución es quitarle el objeto al que lo había quitado y devolvérselo a quien o lo tenía, u obligarlo a entregárselo. Pero pensando un poco en lo que estamos enseñando con nuestro modelo: “vos sacas, yo te lo saco”. Con esa actitud “resolvemos” rápidamente el conflicto, pero no estamos educando en generosidad y respeto.

Otras veces, nos encontramos con personas desconocidas para los niños y nosotros (sus referentes) prestamos sus cosas o los convencemos de hacerlo. Esto no es respetuoso para ellos, y les puede generar desconfianza, inseguridad, o un sentimiento de injusticia, que seguramente luego nos harán notar.

Y además, nosotros como adultos, ¿siempre queremos compartir TODAS nuestras cosas? ¿Con conocidos y desconocidos? Entonces, ¿por qué exigimos a los niños que compartan cuando nosotros no siempre lo hacemos?

Lo mejor que podemos hacer es ser un modelo positivo para nuestros hijos y acompañarlos en el conocimiento de dónde están sus límites. Sus cosas son suyas y su cuerpo es suyo, y comparte si quiere, cuando quiere y con quién quiere.

Cuando dos niños chiquitos entran en conflicto lo ideal es esperar, observar, estar cerca, pero no intervenir de inmediato (a menos que sea peligroso). Con el tiempo ganaran herramientas para solucionar sus problemas. Ellos son muy creativos y encuentran soluciones aceptables. Podemos conversar con ellos cuando estén tranquilos sobre ciertas situaciones que hayan vivido y la manera de resolverlas.

Otra cosa que podemos hacer es acompañarlos validando sus sentimientos, por ejemplo al que no lo quiere compartir, “se que te molesta dejar tu juguete ahora, si querés podes decirle al otro niño que ahora no tenés ganas”. Con el tiempo desarrollará la empatía y podrá reflexionar sobre lo que el otro siente, pero antes de los 3 años todavía no cuenta con esta capacidad.

En el caso de los hermanos podemos hacerlo de manera similar, verbalizando lo que sucedió “Estás llorando porque no te gusta que tu hermano te haya quitado el juguete” “Podés explicárselo con tus palabras” “¿Hay algún otro juguete con el que quieras jugar?” Podemos preguntarles a los dos si hay alguna manera que ambos puedan disfrutar del mismo juguete. Podemos buscar soluciones sobre qué hacer en el futuro cuando los dos quieran lo mismo al mismo tiempo. Es muy importante en estos casos que no nos posicionemos hacia ninguno de ellos.

A partir de los 3 años sí que podemos empezar a implementar otras estrategias, como trabajar las habilidades sociales. En este momento madurativo ya tiene capacidad para ponerse en la piel del otro y sentir cierta empatía para poder entrenarse socialmente. Además ya tiene más interiorizado en sentido de pertenencia y entenderá muy bien que aunque el objeto pase por diversas manos no desaparece para siempre y sigue siendo suyo.

Es importante siempre involucrarlos y respetar sus decisiones.

Algunos cuentos que nos pueden ayudar en este aprendizaje son:

Gatito y el Balón

Autor: Joel Franz RosellConstance v. Kitzing

Editorial: Kalandraka

Juegos en solitario o en equipo? Cuántas emociones compartidas se estaba perdiendo Gatito antes de conocer a sus amigos.

 

¡MÍOOO!

Autor: María Inés Falconi

Ilustraciones:  Miranda Rivadeneira

Dos cuentos integran este libro. Son historias que hablan de una muñeca, de una pelota y de cosas que, a veces, pasan en la infancia.

Época en que los chicos aprenden cómo funciona el mundo a través de sus juguetes.

Etapa en que suelen decir la palabra “mío” si alguien toca alguno de sus juguetes a la hora de jugar o de dormir.

Pájaro Amarillo

Autor: Olga de Dios

Editorial: Apila

Pájaro Amarillo es un cuento sobre el valor de compartir. Nos invita a cuidar el planeta en el que vivimos y a liberar nuestras ideas por el bien común.